Allá a donde queremos ir

La danza de las manos.

Una mujer mira de frente a su hija, no ve sus ojos, ve las manos de la adolescente. Los ojos negros de la mujer madura no pierden de vista ningún movimiento. Registran las vueltas, y las extensiones que acarician el aire. Un dedo se levanta y giras otros a su alrededor. Es un sábado en la noche en el metro de la Ciudad de México. El metro también baila. En su vaivén, la madre responde. El meñique se levanta y su mano izquierda golpea al pecho. Su hija ría, y la mujer suelta frescos esbozos de risas enmudecidos por una vida que nunca ha escuchado ningún ruido. Una danza a cuatro manos que termina cuando su hija señala el nombre de la estación. La mujer no escucha la tonada en las bocinas del vagón, pero ve la sonrisa en la chica y se levanta poniendo su mano en el hombro. Me imagino que su hija responde: vamos mamá, ya llegamos a casa.

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